

ACTO I:
El pasado sábado comĂ en el restaurante La Boscana en BellvĂs (Lleida), donde los hermanos CastanyĂ© han sabido crear un paraĂso en medio de campos de maĂz. HacĂa mucho tiempo que no comĂa en configuraciĂłn «gozo» fuera de casa -dichoso coronavirus…- y más tiempo hacĂa que no iba a un restaurante de esta categorĂa. Fue una muy buena experiencia, y quĂ© mejor motivo que este como para compartir aquĂ con vosotros las sensaciones que vivĂ.
El dĂa dio para mucho, por lo que dividirĂ© este relato en dos partes, a modo de Actos de una Ăłpera.
Como guĂa, adjunto aquĂ el menĂş, para poder seguir mejor el desarrollo del ágape.

Mencionar que solicitamos el menĂş largo, con maridaje. Gratamente nos informaron que casi todos los vinos serĂan blancos (algo que para mĂ resulta casi de obligado cumplimiento).
Un poco de pera fresquita nos vinculĂł de inmediato al entorno inmediato al restaurante, asĂ como a uno de los productos estrella de la huerta leridana. Aunque en ese primer momento no lo sabĂa, serĂa ese respeto por la materia prima el hilo conductor que nos guiarĂa a lo largo del dĂa.
VERMUT
Empezamos con un CĂłctel amaro, un delicadĂsimo BoquerĂłn marinado (excelente textura); con su espina, frita aparte (quĂ© bien que empieza a verse este elemento tan comĂşn en la gastronomĂa japonesa); y una Ostra con ajoblanco (extraña pero agradable combinaciĂłn).
Producto, frescor y juego de texturas conformaron un triángulo exitoso. El Torelló Tradicional Brut Nature 2012 (Xarel.lo-Macabeo-Parellada. Corpinnat) nos acompañó muy bien, aunque para quien sepa de qué pie cojeo, sabrá que junto al espumoso, yo hubiese abierto una manzanilla fina y jugado entre las dos bebidas.
De ahĂ pasamos al comedor. Amplio, luminoso, de techo alto y minimalista. «Menos es más», solĂa decir Mies van der Rohe. AquĂ lo cumple perfectamente una arquitectura que me recordĂł el PabellĂłn Alemán de la ExposiciĂłn Universal del 1929, junto con un toque de paisajismo japonĂ©s. Las grandes vidrieras abrazan al comedor por tres de sus lados y permiten una visiĂłn total del jardĂn -muy verde- que tranquiliza la vista y sosiega el alma.
Las mesas, redondas, están distanciadas entre sà de manera holgada y protegidas por unas medias lunas orgánicas. Respiran espacio y dan margen para que el personal de sala se desenvuelva con soltura.
Una vez instalados en nuestra mesa, de cara al jardĂn, nos recuperamos del calor sofocante del exterior. Sillas cĂłmodas. MantelerĂa blanca de gran calidad y tacto perfecto. CristalerĂa de primeras marcas (Riedel, Zalto, Zwiesel). Bebimos agua. Parece un detalle nimio, pero realmente el agua es maravillosa cuando se ha pasado muchĂsimo calor, y soy de la opiniĂłn que ha de estar siempre en la mesa junto a otras bebidas -y ser bebida-. En este caso, la anĂ©cdota es que el agua (Font Vella), además de refrescarnos, potenciĂł muchĂsimo el gusto de la ostra que acabábamos de comer y que todavĂa perduraba en nuestros paladares.
A peticiĂłn nuestra, ahora sĂ que llegĂł una manzanilla, en concreto la Manzanilla Fernando de Castilla (Palomino fino. D.O. Manzanilla de SanlĂşcar), que nos acompañarĂa con las dos siguientes entradas. Primero, Lardo marino (curiosa interpretaciĂłn de un pescado marinado); segundo, Buñuelo de anguila (bastante logrado).
HUERTO
Primer vino blanco tranquilo: Matallonga Escorça 2017 (Chardonnay. D.O. Costers del Segre), que acompañó muy bien a los dos siguientes platos: Berenjena al carbón (aroma total a verdura hecha al fuego de leña); y Coca de champiñones con queso (sencilla preparación con champiñón crudo laminado, sobre una capa de queso de grosor infinitesimal; muy agradable).
Las copas comienzan a alinearse una al lado de otra a medida que van pasando los platos. El personal está pendiente de los detalles, pero manteniéndose invisible, y va escanciando vino y agua a medida que las copas bajan de nivel.
Pasamos ahora al MaĂz: crema, brasa y pan. Plato triple con predominio de aromas y texturas suaves. Lo que más me divierte es la textura del «pan», en forma de maĂz; y la interpretaciĂłn de la ensalada (en sorbete).
Ensalada de tomate, infusiĂłn y brasa: tomate de primerĂsima calidad. ¡QuĂ© gusto que da el buen producto del huerto! En este caso, cocinado con la grasa de un xuletĂłn, y acompañado por una infusiĂłn del jugo del tomate. Un maridaje fenomenal.

El siguiente plato es el CalabacĂn: risotto y su flor. Triple presentaciĂłn en la que al risotto (muy marcado por azafrán), le sigue una exquisita flor, y un minicalabacĂn con lo que me pareciĂł una gelificaciĂłn de su contenido.
MAR
Pasamos ahora al mar, con un Brioche al vapor con caviar (de esturión imperial). Actúa a manera de entrada a los siguientes platos, que se llevarán el protagonismo.
Nuevo vino blanco: Oremus Mandolás Furmint 2016 (Tokaj-Hegyalja, HungrĂa). Muy agradable y con bastante cuerpo. Las furmint que habĂa catado hasta ahora eran, en general, bastante anodinas. Este tiene frescor, buena acidez, cuerpo y mucho equilibrio.

El siguiente es un CĂłctel de gambas. Cabeza por un lado, deliciosa; cola por el otro -cruda y fresquĂsima-. La Furmint funcionĂł sorprendentemente bien.
Le sigue un Pepino de mar al natural, ligeramente maridado. Intenso, terso, sabrosĂsimo. AquĂ, de nuevo, «menos es más». La Furmint acompañó estupendamente.

Hemos llegado al ecuador del menĂş. Ya han pasado por nuestra mesa 13 platos diferentes, todos ellos con un denominador comĂşn: delicadeza y ligereza. Estamos encantados con los vinos y esperamos con expectaciĂłn el resto de platos por venir. Pero pora ahora lo dejo aquĂ. Ya continuarĂ© dentro de unos dĂas con el Acto II.
¡Salud!





















