Quimet-Quimet o la Catedral de los sentidos


Hay muy pocos locales en Barcelona que son capaces de evocarme siempre buenos recuerdos. Uno de ellos, por no decir mi predilecto, es el bar Quimet-Quimet, en el Poble Sec. Hace años que lo frecuento, aunque no con la asiduidad con la que desearía hacerlo, y me parece milagroso que hoy en día, con la penetración que tiene internet en nuestras vidas y en las de los millones de turistas que visitan Barcelona, sobreviva un negocio familiar tan arquetípico del buen tapeo. Vinos, cervezas, destilados, licores, latas de conservas y alguna delicatessen más decoran las cuatro paredes y abastecen a los comensales de este pequeñísimo local dirigido por Quim.

DSC_0170Hay algunas tapas que repito a menudo, en especial el hígado de bacalao y los montaditos de salmón con queso fresco y el de paté con boletus, aunque siempre estoy abierto a las sugerencias que me presenten.

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DSC_0141Dos han sido mis últimos descubrimientos: uno, las zamburiñas en su agua (no necesitan ni salsa, ni limón, ni pimienta, ni nada de nada), absolutamente imprescindibles, tiernas y deliciosas; y dos, los langostillos (Cardium tuberculatum o Acanthocardia tuberculata), también conocidos como berberecho verrugoso o corruco, un bivalvo parecido al berberecho, pero de mayor tamaño, que se caracteriza por una textura más dura que la de su congénere, y algo áspera. Por textura, sabor y toque yodado me recuerda al percebe.

DSC_0133La sinfonía acaba casi siempre con un surtido de quesos, siendo el stilton my favorito.

DSC_0151¿Y bebo algo mientras tanto? Sí. Suelo beber algunos vinos, y para seleccionarlos sigo más o menos siempre el mismo criterio, que comprende el tipo de vino, la zona geográfica y el precio que estoy dispuesto a pagar. ¿Hay muchos a elegir? Sí, por lo que siempre es divertido repasar las estanterías con la mirada en búsqueda de alguna referencia interesante. Luego, indefectiblemente, pregunto a Quim si me recomienda alguna marca y él, hábil catador, me ofrece este o aquel. Y para finalizar, algún «caprichito», dígase un Islay, una sidra de hielo, un Tokaji Aszú 5 puttonyos o un ron agrícola -por mencionar algunos-.

DSC_0131Es muy de valorar la cantidad de vinos generosos, espumosos, dulces, destilados y licores que se pueden disfrutar en el local. De hecho dispone de una cartera de producto de primera división. ¡Ojalá un 5% de los locales de Barcelona tuviesen el mismo cuidado y cariño en la selección de producto! Ello catapultaría a la ciudad como destino enológico obligatorio para todo sibarita de corazón.

Otra singularidad: la cerveza. Aunque poco representada en número, sí lo está en calidad. A presión sirve dos checas: la Pilsner Urquell y la Master. Y tiene en botella de 75 cl. una deliciosa cerveza belga tipo dubbel de 8% vol. que vende bajo la marca Quimet-Quimet. No suelo consumirla en el local, sino que la suelo llevar a cenas en casas de amigos.

En resumen: una sinfonía para los sentidos de principio a fin.

Quizá el motivo de que no hayan larguísimas colas para acceder al local sea la densidad de lujuriosos comensales comprimidos en tan singular espacio y que no haya una sola silla donde sentarse. ¡Que así continúe por muchos años y que mis pies me acompañen!

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