Los Finos palma de Tío Pepe en Barcelona


Ayer pasé una tarde estupenda. La empresa de comunicación “Paladar y Tomar” me invitó a la presentación de los Finos Palma de González Byass que tuvo lugar a un tiempo -y de manera coordinada- en Barcelona, Jerez, Madrid y Sevilla. Antonio Flores, «Master Blender» de González Byass, condujo la cata con sensibilidad y acierto desde Jerez.

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Presentaron cuatro vinos de Jerez muy especiales y bautizados como “Fino una palma”, “Fino dos palmas”, “Fino tres palmas” y “Cuatro palmas”. Para aquellos que no estén familizarizados con la terminología vitivinícola de Jerez comentar que “palma” es un adjetivo reservado para finos de la máxima calidad. Gonzalez Byass los puso en circulación hace tres años. Con la ocasión de la «saca» de este año contaron con la colaboración de Sarah Jane Evans, Master of Wine y apasionada de los vinos de Jerez.

El Fino Una palma tiene una crianza de 6 años. Sólo se seleccionaron 3 botas de una solera de 142. Es un fino magnífico que compagina a un tiempo una salinidad punzante con una sorprendente untuosidad en boca, con claras notas de almendra y cigarro puro.

El Fino Dos palmas tiene una crianza de 8 años. De las 150 botas de la solera sólo se seleccionaron 2. Comparte las mismas características que el Fino Una palma, pero se me antoja muy tímido. Me recuerda a ese chico apocado eclipsado por la popularidad de su hermano mayor. No obstante, su suavidad y grandeza invita a beberlo sin acompañamientos.

El Fino Tres palmas tiene a su vez 10 años de crianza. Sólo se seleccionó la bota «número 30» de una solera de 150 botas. Es un fino espectacular que evoca silencio y tranquilidad. Es muy expresivo en nariz, donde la almendra tostada dialoga con la avellana, con un retrogusto larguísimo. Esta joya líquida pertenece a la poco conocida familia de los finos amontillados. Es decir, se trata de un fino que está en fase de transformarse en un amontillado -por efecto de la oxidación-. Mientras lo cato, me viene a la memoria la emoción que siempre me causan los minutos finales del adagio del concierto Nº 5 para piano de Beethoven.

¡El Cuatro palmas es un amontillado que lleva 48 años reposando en la bodega! Sólo se seleccionó la bota Nº 3 de una solera de 6. No resulta fácil escribir sobre un amontillado que te lleva a otro nivel de conciencia. Es impactante, redondo, graso, complejo y de postgusto larguísimo. A mí me ha transportado a otra dimensión. Me lo imagino como la transmutación del suelo de Jerez, la albariza, en poesía. Decenas de miles de años concentrados en unas pocas gotas que harán las delicias de aquellos afortunados que puedan conseguir una de las pocas botellas disponibles. Y si utilizo un símil parecido al que utilicé para el Fino Tres palmas, diría que el Cuatro Palmas es el minuto final de la Tercera de Mahler (¡se me pone la piel de gallina cada vez que la escucho!)

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Acabamos la presentación con un maridaje informal, en el que pudimos degustar, junto a los cuatro vinos catados, el Leonor, un estupendo palo cortado de 12 años de crianza, también de González Byass. La parte sólida estaba representada por un excelente jamón de Guijuelo, algunas de las delicatessen en forma de queso de Enrique F. Ojanguren (estupendas y que merecen un capítulo monográfico) y varias galletas artesanales (cuyo dulzor contrastaba de maravilla con el Cuatro Palmas). En resumen: un evento para el recuerdo.

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Para más información consultar las siguientes páginas web:

www.paladarytomar.com

www.finospalmas.com