El pasado 20 de febrero asistí en el restaurante Dime de Barcelona a la presentación a la prensa de los vinos producidos por Regalía de Ollauri – Marqués de Terán, una joven bodega de la Rioja que surge de la iniciativa de dos productores de reconocido recorrido: Hermanos Azpilicueta y Eduardo Paternina.
Creo conveniente dedicarles un artículo por la grata impresión que me causaron sus explicaciones y su coherencia con el producto final (algo que parece de cajón, pero que no se da tan a menudo).
Situada en el pueblo de Ollauri, esta moderna bodega equipada con la más avanzada tecnología destaca, primero de todo, por su arquitectura. El arquitecto J. Erizcuren ha conseguido integrar los requisitos técnicos que toda bodega de vinos necesita, junto con una estética racionalista de líneas puras que me evocan a Mies van der Rohe. Al mismo tiempo incorpora novedosas exigencias, como es el aprovechamiento de la energía geotérmica o que todos los movimientos de la uva sea por gravedad.
Manuel García, gerente de la bodega, nos guió por todo el proceso de elaboración hasta el producto final. Destacaré los aspectos que consideré más representativos. El primero, el aprovechamiento de la energía geotérmica para el abastecimiento energético de las instalaciones (2008). Segundo, el movimiento de la uva por gravedad desde su entrada en bodega. Tercero, la criomaceración que llevan practicando desde el 2005, en depósitos de acero inoxidable equipados con unos pistones que hacen la función del pissage. Cuarto, disponen del sello de la huella de carbono Bureau Veritas. Y quinto, el control sobre la calidad de la uva. Todos ellos aportan valor a un proceso que permite a Agustín Marauri, el enólogo de la bodega, hacer un buen trabajo.
Este seguimiento de la uva empieza en la vid. Controlan 80 hectáreas, de las cuales 5 son propias. Toda la uva se vendimia a mano en cajas de 20 kg y pasa por mesa de selección. La uva la pagan siguiendo estrictos criterios de calidad mediante el control de seis parámetros (potasio, color, edad, botritis, pH y grado alcohólico) con una máquina Foss.
Y ahora los vinos. Catamos seis, en los que el tempranillo, la garnacha y el mazuelo juegan su papel de una u otra forma.
- Ollamendi 2008 (100% tempranillo; 14 meses en barrica americana y 6 en botella)
- Marqués de Terán 2009 crianza (95% tempranillo y 5% mazuelo; 14 meses en barrica americana y francesa)
- Marqués de Terán 2008 reserva (90% tempranillo, 5% mazuelo y 5% garnacha; 15 meses en barrica americana y 3 en roble francés)
- Marqués de Terán Selección especial 2011 (100% tempranillo; 4 meses en depósito y 6 meses en barrica francesa de primer año)
- Versum 2010 (95% tempranillo y 5% mazuelo; 10 meses en barrica francesa de primer y segundo año, y un mínimo de 6 en botella)
- Marqués de Terán Reserva Edición Limitada 2007 (100% tempranillo; 24 meses en barrica)
Los seis tenían cosas a destacar, aunque personalmente me incliné por el Ollamendi’08 y por el Marqués de Terán reserva 2008. El primero con una relación calidad-precio casi imbatible.
Todos los vinos, a excepción del Ollamendi’08 necesitaron algún tiempo para abrirse, y fueron a más. Estuve «repasándolos» una y otra vez en las siguientes dos horas y cada vez tenían más matices, por lo que encuentro acertada la valoración que se les ha dado en la Guía Peñín. En resumen: una bodega a la que seguir la pista. Representa la «nueva manera de hacer vino» en Rioja, en la que los aromas primarios de la fruta y los terciarios que aporta el paso por barrica viven en equilibrio. Espero sinceramente que les vaya bien.